10 de octubre de 2012

BOLETÍN DE FORMACION III: El valor del compromiso de la fe cristiana y católica


Deseo compartir desde esta sección reflexiones sobre la fe, semana a semana emprenderemos un camino de reflexión y vida. Un camino en torno a la fe, todo ello porque comenzamos el Año de la Fe, un año que no puede dejarnos indiferentes, un año que debe marcar nuestras vidas, un año que no puede pasar sin que algo grande ocurra en nuestras vidas. Hay una pregunta que todos tendríamos que hacernos en estos días: ¿ qué es para mí la fe?. En la medida en la que seamos capaces de contestar a esa cuestión iremos entendiendo y dando respuesta a lo que Dios quiere de nosotros.

Os presento para esta primera semana una preciosa reflexión que el Beato Juan Pablo II nos dejaba. Piénsala, reflexiónala, medítala y hazla oración. Fijaos lo que decía:

“ La fe no consiste en la última novedad que hoy es noticia y mañana está ya olvidada. La fe no es una enseñanza que alguien puede adaptar a sus necesidades y según el momento presente. No es invención o creación nuestra. La fe es el gran don divino que Jesucristo ha hecho a la Iglesia. Dice san Pablo en la carta a los Romanos: «La fe surge de la proclamación, y la proclamación se verifica mediante la palabra de Cristo» (10, 17). El creyente encuentra su fundamento en Jesucristo, que sigue viviendo en su Iglesia a lo largo de los siglos hasta el día del juicio.
La fe vive en la tradición de la Iglesia. Sólo en ella podemos encontrar con seguridad la verdad de Jesucristo. Sólo una rama viva del árbol de la comunidad eclesial tiene su fuerza en las raíces. 
Os exhorto hoy a mantener firme la fe de la Iglesia. Es lo que han hecho vuestros padres y vuestras madres. Ateneos a la fe también vosotros y trasmitidla sucesivamente a vuestros hijos. Ésta es la razón de mi viaje pastoral en medio de vosotros: «Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié, que recibisteis y en el que habéis perseverado» (1 Cor 15, 1).
Sin una fe firme carecéis de apoyo y estáis a merced de las enseñanzas cambiantes del tiempo. Ciertamente hay también hoy algunos ambientes en los que ha dejado de aceptarse la doctrina correcta, y se busca en ellos, conforme a los propios deseos, maestros nuevos que os lisonjean, como advirtió san Pablo. No os dejéis engañar. No hagáis caso de los profetas del egoísmo, que interpretan de manera incorrecta la evolución individual, que os proponen una doctrina terrena de salvación y que quieren construir un mundo sin Dios.
Para poder decir «creo», «yo creo», es necesario estar dispuestos a la abnegación, a la entrega de sí mismos, es necesario también estar dispuestos al sacrificio y la renuncia y tener un corazón generoso, un corazón como el de la Santísima virgen María”

                                                                     Adrián Sanabria Mejido.

Vicario Episcopal para la Nueva Evangelización